EL PADRE DE LA GUERRA QUÍMICA
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Uso Inhumano de Gases Venenosos en el Conflicto de Siria

La muerte con gas sarín es una de las más atroces, chocantes hasta para las sensibilidades más duras. Por ello nos negamos a presentar imágenes muy dramáticas de lo ocurrido en Siria. Solo queremos entender un poco la química de este evento.

Baste con saber que el gas sarín es un potente inhibidor de la enzima colinesterasa lo que provoca continuados impulsos nerviosos que al no tener pausas de relajación terminan dañando e incapacitando a los músculos comprometidos en el acto de la respiración, lo que finalmente causa la asfixia.

Las primeras armas químicas fueron usadas en la Primera Guerra Mundial que nos dejó imágenes terroríficas del uso de los gases venenosos en el frente. La guerra química, que libraron especialmente Francia y Alemania, puso a prueba los conocimientos y el “ingenio” de sus mejores químicos. Buen ejemplo de este refinamiento es el uso de la cloropicrina, o tricloronitrometano, un gas muy inerte capaz de penetrar en las máscaras antigás. No provoca la muerte, pero sí vómitos, lo que obliga a los soldados a quitarse las máscaras. Los alemanes lo usaron mezclados con gases letales, que producían la muerte por inhalación una vez los soldados se habían quitado las máscaras. El gobierno alemán encargó a Fritz Haber (famoso por la síntesis del amoníaco mediante el procedimiento que lleva su nombre, Haber; ganador del Premio Nobel de Química 1918) la organización de una unidad especial para la guerra química. Aunque ello violaba un acuerdo de la Haya de 1899, los alemanes lanzaron un ataque con cloro en la batalla de Ypres el 22 de agosto de 1915. Fue el inicio de una escalada por parte de los dos bandos que duró hasta el final de la guerra. La excusa de Haber es una que se ha repetido muchas veces: cuanto antes se acabe la guerra, menos gente morirá. Estas razones no convencieron a su esposa, que se suicidó un día en que Haber partió para supervisar un ataque en el frente oriental. Haber era de origen judío y se comportó durante la Primera Guerra Mundial como su Gobierno esperaba que se comportara un patriota alemán. Todo ello no le evitó los problemas con el Tercer Reich.

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